sábado, 28 de julio de 2007

LOS SIMPSON MIS PREFERIDOS



SANTO DOMINGO.- Hoy, julio 26 2007, a las 10:35 de la noche, es muy probable que haya muy pocas personas en los cinco continentes que no hayan enfrentado alguna vez por lo menos un episodio de esta formidable serie en dibujos animados.
La serie se inició en 1989, lleva nada menos que 19 temporadas y pronto romperá el récord de mayor número de temporadas para una serie. Nada menos que 400 episodios han sido transmitidos hacia todos los rincones del mundo, ha recibido 97 nominaciones diversas y ganado 90 premios y sus emisiones llegan en 17 idiomas.
La presente película de largo metraje es, hasta cierto punto, un calco de lo que es el carácter de la clase trabajadora norteamericana representada por Homero, su esposa Marge y sus tres hijos, Bart, Lisa y la pequeña del eterno chupete y el arrugado abuelo. Estamos de acuerdo en que una de las ventajas de la serie, en relación con sus personajes, es el hecho de que los han mantenido desde ese primer año iguales en edad, o sea, que al contrario de lo sucedido, por ejemplo, con Los Picapiedra, cuyos vástagos crecieron, los chicos Simpson son siempre los mismos en edad y carácter.
Y, si vamos a la historia que se cuenta, es otra muestra de la irreverencia propia de sus creadores, en especial de Matt Groenning y James L. Brooks, cuando nos presentan a un Homero de nuevo como una especie de espina dentro de la sociedad de Springfield mientras Lisa trata de concienciar a los vecinos sobre la contaminación de la laguna vecina y Bart hace de las suyas, sus travesuras normales.
Al fin consiguen que la laguna sea cercada para que no sigan arrojando desperdicios, pero es de nuevo Homero quien lo arruina todo cuando arroja allí nada menos que todo un enorme receptáculo desbordante las heces de su cerdo amigo (Marge no cree que el cerdo pudo haber llenado todo aquello en dos días, y Homero le dice que “él ayudó”. La contaminación de la laguna llega a extremos tales que el gobierno, presidido nada menos que por el presidente Schwarzerneger, cubre todo Springfield con una cúpula hermética yÖentonces es cuando empieza lo mejor, pero, claro, no es cosa de contarlo.

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