domingo, 27 de enero de 2008

QUIEN NO RECUERDA A ESTE HOMBRE - RELAMPAGO De “genio del mal” a portavoz del bien


Cuando llamé a “Relámpago Hernández” a su celular para solicitarle una entrevista, me gustó tanto escuchar aquella voz tan sincera respondiendo “buenos días, Dios le ama”. De verdad que esta frase de inmediato me convenció de que detrás de ese hombre conocido por su rudeza, siempre se ha escondido un alma noble, que tarde o temprano caería rendida a los pies del Todopoderoso.
Es que en el saludo de José Manuel Guzmán Marte (Relámpago Hernández), no se percibe una pose que sólo hace justicia de su entrega a la iglesia católica, sino una expresión sincera que asegura que siempre ha estado cerca de Dios, aunque quizás tardara para darse cuenta. Aunque su fama la consiguió haciendo “buen uso de la violencia” a través de la lucha libre, hoy su cuadrilátero es la iglesia y su contrincante, guardando la distancia, es nada más y nada menos quien gana siempre todas las batallas: Jesús.
A Éste se ha rendido sin chistar, sin buscar refuerzo, sin hacer rabietas y mucho menos, sin recurrir a trucos que les permitan vencerlo. La única arma que ha llevado al nuevo escenario, ha sido el amor al prójimo y, con ello a Cristo, por eso no le ha quedado otra que darse por vencido y caer rendido ante el poder sanador de Dios.
Hoy el público que lo sigue es otro que, como él, apuesta a seguir luchando, pero por la paz y la tranquilidad de la humanidad. Ha cambiado su fuerza física por la espiritual, su trusa por una sotana, y lo que es aún más importante, la droga por la ostia y el alcohol por la sangre sagrada de Cristo.
Sin embargo, tiene la fiel convicción de que sí sigue teniendo un enemigo peligroso, pero que en esta ocasión no tiene nada que ver con Jack Veneno y su cuadra. Se trata de Satanás, a quien pretende vencer con su inquebrantable fe.
Su paso, literalmente, ha sido del cielo a la tierra. Con Dios como árbitro, venció todos los vicios que tenía y resultó ser el campeón de “la bolita del mundo”, convirtiéndose en el primer diácono de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, del sector Las Caobas. Hoy, gracias a su hazaña, otros se han motivado a seguir sus pasos.
Su conversiónLa bondad no se construye, con ella se nace, y de eso está consciente Relámpago Hernández. En sus siete años entregado a Dios, se ha dado cuenta que el sólo hecho de haber obedecido el llamado del Señor, en el momento en que Él lo entendió oportuno, le ha permitido comprender que dentro de sí, siempre hubo una persona buena, que nadamás necesitaba de esa voz de alerta.
Con dignidad, admite que fue su esposa Raquel la que lo condujo por el camino del bien y la verdad. Lamenta que para llegar a este hermoso destino, haya tenido que pasar por tantas vicisitudes, como durar un año y cuatro meses preso en La Victoria. Aunque no puede obviar su pasado, con inteligencia decidió comenzar una nueva vida. Al punto de que un día luego de concluir sus clases para ser diácono, se fue a la casa de Jack Veneno para hacer las paces. Un abrazo entre ambos selló el nacimiento de una nueva amistad, de la que hoy los dos hacen gala.
Es un hombre nuevo en espíritu, acción y amor. De aquel rudo luchador, hoy sólo quedan las cicatrices físicas que le dejaron sus reñidos encuentros en el cuadrilátero con su mayor oponente, Jack Veneno, y por supuesto el mote de “Relámpago”, del cual no ha podido desprenderse, porque es que al fin y al cabo, sigue haciendo honor a este nombre, pero ahora con destellos de alegría y ternura.
LOS FELIGRESES EXPRESAN SUS OPINIONES SOBRE ÉL“A mi me gusta mucho la forma en que el hermano Relámpago hace la celebración de la palabra, porque explica bien lo que significa el mensaje de Dios”. Altagracia Santos.
“De verdad que me gusta escuchar las explicaciones del diácono porque se entiende bien la Palabra de Dios y su testimonio de vida, también nos sirve para seguirlo”. Luciano Mena.
“Me encanta asistir a la celebración de la palabra cuando le toca a Relámpago, sobretodo la de hoy, porque sentí entre nosotros al Espritu Santo”. Melba Taveras.
La celebración de la palabraParticipar de la celebración de la palabra bajo la responsabilidad de Relámpago Hernández, de verdad que es reconfortante. Su singular estilo, el que por supuesto deja al descubierto el hombre enérgico que siempre ha sido, llama la atención de los moradores de Las Caobas y de los feligreses que, a veces hasta por curiosisdad, asisten a la ceremonia.
Con la Biblia como testigo, hace alarde de sus amplios conocimientos respecto a la vida de Cristo, y sin pretensión obvia de convencer a nadie, logra ese objetivo que todo predicador de la Palabra de Dios persigue para salvar al mundo.
Y es, que el sólo hecho de testificar con su propia historia el gran poder de Dios, permite que su sola presencia ante el altar, haga reflexionar hasta a quienes tienen fe como un granito de mostaza.
En sus sagradas celebraciones, participan niños, jóvenes, adultos y ancianos que, ávidos de un mensaje sanador, encuentran en sus palabras el mejor bálsamo para curar sus males espirituales.
La muestra es que durante la celebración de la palabra, de la cual participamos previo a esta entrevista, una pequeñita de tres años se quejó, porque él había llamado a un grupo de niñas para escenificar un comentario que hacía respecto a un pasaje de la Biblia y a ella disque, no le había hecho caso. Ante su protesta, la infante fue llevada por su abuela hasta donde el diácono, enterándolo de la infantil ocurrencia.
Con ternura la cargó y le dio un beso. Fue algo tan maravilloso que la pequeña Linette, sin hacerle competencia al Espíritu Santo, se convirtió en la protagonista de la ceremonia, al punto que lo hizo revelar que “aquí hay alguien que se está sanando, nunca había dicho eso, pero hay una presencia grande del Espíritu Santo y en esa niña es que se ha manifestado”.
La emoción comenzó a sentirse en todos los presentes, y los ojos aguados de algunos, así lo demostraron. La celebración culminó con el mismo entusiasmo con que comenzó.

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