
POR RAFAEL PERALTA ROMERO
De la capacidad lectora depende la adquisición de los demás conocimientos, y de la educación depende el cambio en los individuos y en la sociedad.
Hay una respuesta simple a la pregunta que da título a este artículo. ¿Qué debe leer un estudiante universitario? Cualquiera puede responder: Oh, los libros técnicos propios de la profesión que estudia.
Los libros de temas jurídicos, financieros, de lengua española, física, química, administración o cualquiera de los que ustedes usan en sus respectivas carreras son unos platos fuertes, muchas veces desabridos, difíciles de tragar, pero hay que masticarlos y digerirlos, porque el primer deber de un estudiante consiste en estudiar.
Es la lectura reflexiva de estos materiales lo que convierte a un estudiante en profesional. Con esta lectura se busca asimilar e incorporar a nuestro acervo conocimientos que conducen al aprendizaje de una determinada actividad.
Esta lectura es, entonces, un trabajo. Y como todo trabajo, se hace por el cumplimiento de un deber. Quien no se faja con los libros formativos tiene como opciones ser un profesional a medias, destinado al fracaso, o abandonar los estudios universitarios.
Falta una pregunta por hacer y es la siguiente: ¿basta, para ser un profesional eficaz y completo, con estudiar los manuales y tratados que imponen los programas de estudios? La respuesta es obvia: No basta.
Si he comparado los textos didácticos y técnicos con los platos fuertes, los cuales demandan el uso de cuchillo y tenedor y ameritan masticadas adecuadas, debo decir también que el estudiante necesita de lecturas que equivalen a los manjares que dan gusto al paladar, que se comen por puro placer.
Es decir, que así como hay unas lecturas que se corresponden con víveres, arroz, habichuelas guisadas, carnes, pescados, vegetales, pan y leche, también tenemos otras lecturas que se corresponden con las meriendas y postres (helados, habichuela con dulce, flan…) y hasta con una copa de vino.
La obra literaria encabeza las preferencias en la lectura por placer. Novela, cuento y poesía son fundamentales para esas lecturas que complementan la formación del futuro profesional, al mismo tiempo que le sirven para combatir el aburrimiento.
El estudiante que lee se diferenciará del que no lo hace, en primer lugar, en el desarrollo de su capacidad comunicativa, pues tendrá un mejor léxico, tendrá más claro el entendimiento y su visión del mundo y de la sociedad resultará mucho más amplia.
Todo lo que lea un estudiante, aunque persiga evitar el aburrimiento, lo ayuda a evitar el aburramiento. Porque la lectura, sobre todo de la obra literaria, proporciona al estudiante herramientas básicas para entender todo lo demás.
Hay un grito generalizado entre docentes del nivel superior, sobre todo de la universidad estatal, donde trabajo. Esa pena la ocasiona la aguda deficiencia de los alumnos en cuanto al manejo de nuestra lengua.
Mi experiencia como docente me permite afirmar que es verdaderamente grave y desgarrante la realidad con relación al conocimiento de nuestra lengua por parte de los estudiantes universitarios.
El problema se inicia en la ausencia total de la costumbre de leer. Y así crece el muchacho con esa desnutrición intelectual que lo va convirtiendo en un tullido de la expresión.
La persona se posee a sí misma en la medida en que posee su lengua, ha dicho el lingüista Pedro Salinas, y yo me permito agregar que quien no maneja adecuadamente su lengua no puede poseer el mundo exterior, no puede desenvolverse de la mejor manera como ser humano y menos como profesional.
Del conocimiento y de la educación depende la calidad en el trabajo. Resulta imposible un cambio en nuestra sociedad, si no ocurre primero una mejoría sustancial en la calidad y dedicación al trabajo y un cambio profundo de actitudes de los ciudadanos.
La conquista del conocimiento guarda relación directa con el desarrollo de las competencias de cada persona, mayormente de las competencias comunicativas.
Los médicos han determinado que la carencia de vitamina D ocasiona en los niños trastornos metabólicos que se expresan sobre todo con torcedura de los huesos, retardo del crecimiento y debilidad general. Ese padecimiento se llama raquitismo.
No es exagerada la comparación, pues la insuficiencia de lecturas ocasiona el raquitismo mental, que se expresa con quebradura del entendimiento.
(Palabras leídas en el coloquio sobre literatura y lectura en la PUCMM).
Hay una respuesta simple a la pregunta que da título a este artículo. ¿Qué debe leer un estudiante universitario? Cualquiera puede responder: Oh, los libros técnicos propios de la profesión que estudia.
Los libros de temas jurídicos, financieros, de lengua española, física, química, administración o cualquiera de los que ustedes usan en sus respectivas carreras son unos platos fuertes, muchas veces desabridos, difíciles de tragar, pero hay que masticarlos y digerirlos, porque el primer deber de un estudiante consiste en estudiar.
Es la lectura reflexiva de estos materiales lo que convierte a un estudiante en profesional. Con esta lectura se busca asimilar e incorporar a nuestro acervo conocimientos que conducen al aprendizaje de una determinada actividad.
Esta lectura es, entonces, un trabajo. Y como todo trabajo, se hace por el cumplimiento de un deber. Quien no se faja con los libros formativos tiene como opciones ser un profesional a medias, destinado al fracaso, o abandonar los estudios universitarios.
Falta una pregunta por hacer y es la siguiente: ¿basta, para ser un profesional eficaz y completo, con estudiar los manuales y tratados que imponen los programas de estudios? La respuesta es obvia: No basta.
Si he comparado los textos didácticos y técnicos con los platos fuertes, los cuales demandan el uso de cuchillo y tenedor y ameritan masticadas adecuadas, debo decir también que el estudiante necesita de lecturas que equivalen a los manjares que dan gusto al paladar, que se comen por puro placer.
Es decir, que así como hay unas lecturas que se corresponden con víveres, arroz, habichuelas guisadas, carnes, pescados, vegetales, pan y leche, también tenemos otras lecturas que se corresponden con las meriendas y postres (helados, habichuela con dulce, flan…) y hasta con una copa de vino.
La obra literaria encabeza las preferencias en la lectura por placer. Novela, cuento y poesía son fundamentales para esas lecturas que complementan la formación del futuro profesional, al mismo tiempo que le sirven para combatir el aburrimiento.
El estudiante que lee se diferenciará del que no lo hace, en primer lugar, en el desarrollo de su capacidad comunicativa, pues tendrá un mejor léxico, tendrá más claro el entendimiento y su visión del mundo y de la sociedad resultará mucho más amplia.
Todo lo que lea un estudiante, aunque persiga evitar el aburrimiento, lo ayuda a evitar el aburramiento. Porque la lectura, sobre todo de la obra literaria, proporciona al estudiante herramientas básicas para entender todo lo demás.
Hay un grito generalizado entre docentes del nivel superior, sobre todo de la universidad estatal, donde trabajo. Esa pena la ocasiona la aguda deficiencia de los alumnos en cuanto al manejo de nuestra lengua.
Mi experiencia como docente me permite afirmar que es verdaderamente grave y desgarrante la realidad con relación al conocimiento de nuestra lengua por parte de los estudiantes universitarios.
El problema se inicia en la ausencia total de la costumbre de leer. Y así crece el muchacho con esa desnutrición intelectual que lo va convirtiendo en un tullido de la expresión.
La persona se posee a sí misma en la medida en que posee su lengua, ha dicho el lingüista Pedro Salinas, y yo me permito agregar que quien no maneja adecuadamente su lengua no puede poseer el mundo exterior, no puede desenvolverse de la mejor manera como ser humano y menos como profesional.
Del conocimiento y de la educación depende la calidad en el trabajo. Resulta imposible un cambio en nuestra sociedad, si no ocurre primero una mejoría sustancial en la calidad y dedicación al trabajo y un cambio profundo de actitudes de los ciudadanos.
La conquista del conocimiento guarda relación directa con el desarrollo de las competencias de cada persona, mayormente de las competencias comunicativas.
Los médicos han determinado que la carencia de vitamina D ocasiona en los niños trastornos metabólicos que se expresan sobre todo con torcedura de los huesos, retardo del crecimiento y debilidad general. Ese padecimiento se llama raquitismo.
No es exagerada la comparación, pues la insuficiencia de lecturas ocasiona el raquitismo mental, que se expresa con quebradura del entendimiento.
(Palabras leídas en el coloquio sobre literatura y lectura en la PUCMM).
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